Masai Mara: el día del leopardo
Quedamos obnubilados por el paisaje natural de árboles ensalzados por cebras, ñus y antílopes.
De repente, y sin esperarlo, tenemos a escasos metros a una pareja, ella leona y él león, paseando plácidamente cerca de nuestro coche.
Al poco, vemos a un grupo de guepardos tumbados a la sombra encima de un pequeño montículo. Estamos flipando. ¡Sólo nos falta el leopardo…!
Kati pide ir al baño, qué raro, y Evans le dice que si quiere marcar el territorio. Como en el Masai Mara no hay baños, la llevan a que haga pipí detrás de un árbol.
Hacemos una parada para tomar té y galletitas rodeados de cebras, ñus y más animales.
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| Con los guías Leonard y Evans |
Después vemos varias manadas de elefantes. Mamás e hijos bañándose y bebiendo agüita.
Nos acercamos y subimos a un mirador desde el que se veía Tanzania, el río Mara y una inmensidad de animales, sobre todo ñus.
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| Con el río Mara al fondo |
Bajamos hacia el río Mara, ya mencionado, para ver el paso de una orilla a la otra (famosa migración anual) de los ñus.
En el río esperan pacientemente los cocodrilos la hora de la comida. Los hipopótamos parecen piedras pues ni se mueven. Al fondo una mamá hipopótamo cuida de su hijito lejos de la manada para que papa hipopótamo no lo mate. Los cientos de ñus esperan nerviosos para intentar cruzar el Mara. Se alinean esperando que alguno dé el primer paso, de repente, uno avanza y muchos de ellos le siguen. No sabemos por qué pero el intento resulta fallido y todos vuelven al llano.
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| Ñus indecisos |
La escena se repite una y otra vez. Los ñus se resisten a cruzar conscientes de que su futuro es incierto: al otro lado les espera el paraíso pero los cocodrilos y otros buitres piensan llenar su estómago.
Lo mismo le pasa al francesito, que nada más ver la comida reservada por nosotros se precipita sobre uno de los bocadillos. Serge consigue salvar la comida preguntando al guía antes de que Jérome, que no se había enterado de que había que pagar, le pegue el primer mordisco. Los guías comparten sus bocadillos con él y galletas. Serge le cede su huevo duro.
Nos acompaña en la comida un gallo salvaje que parece manso y se acerca a comer trozos de pan que Kati le tira.
Después volvemos a intentar ver cómo los ñus intentan pasar de una orilla a la otra del río pero los todoterrenos los estresan y corren en estampida.
Durante la espera vemos cómo un buitre despedaza la carroña de un antílope.
Paseando por el parque vemos varios todoterrenos parados, intrigados nos cuentan que hay un leopardo. Emocionados por cerrar nuestro “big five”, nos esforzamos en buscar entre las ramas el leopardo, pues está encima de un árbol con una pieza de comida. Miramos entusiasmados con los prismáticos y Emili intenta utilizar el zoom de su cámara para captar la imagen esperada. Apenas lo atisbamos y vemos el rabo meneándose. Estamos felices.
Al poco vemos que algo cae del árbol, no sabemos si es el leopardo. El guía nos dice que es la pieza de comida. El conductor decide dar toda una vuelta para irlo a buscar por detrás del árbol y… ¡madre mía!, mete el coche entre árboles que vamos o tumbando o driblando. Llegamos a un hueco donde está otro todoterreno desde donde nos señalan al suelo. ¡Ahí está, el leopardo devorando lo que podría ser un pequeño ñu! Se van y nos dejan su lugar. Estamos a unos escasos diez metros de él. El guía, Evans, saca fotos y vídeos con todas nuestras cámaras y móviles pues es el que mejor está situado en el asiento delantero del copiloto.
Alucinante. El leopardo no deja de mover su cola y mostrarse feliz comiendo. Emili logra captar imágenes dignas del National Geographic. ¡Qué gran momento!
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| Mirada felina de "nuestro" leopardo |
Regresamos felices y dejamos que otro vehículo de otro Safari se ponga en nuestro lugar y admire al solitario leopardo.
Empezamos a buscar algún rinoceronte. Los guías se empeñan pero después de dos horas de búsqueda desistimos y empezamos a contemplar el bello atardecer del Masai Mara. Por el camino vemos cebras y jirafas. Los masai le dan color con sus cuadriculadas telas al horizonte.
Llegamos al campamento. Cenamos e intercambiamos impresiones de lo que ya es el año del leopardo. Hablamos con el taxista que, desgraciadamente, nos anuncia que nos recogerá a las 7h. Otra vez madrugar…
Estamos reventados. Kati ya se duchó y se retira para dormir. Serge y Emili se quedan un rato hablando con una catalana.







journée inoubliable!!! Des Bêtes, pas humaines, celles-là! ça change!
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