Llegada al Masai Mara



Nos levantamos y desayunamos en el hotel Decasa. Bajamos los mochilones a recepción para que nos los guarden.
Salimos a buscar el matatu que nos llevará a Narok. La parada está a unos cinco minutos del hotel. Nos abordan para coger matatus que van a otros destinos. Incluso nos gritan “Mombasa, Mombasa”.
Elegimos uno que ya está con gente dentro. Es una chica la que nos capta (los matatus tienen captadores de clientes para que suban y este se llene, ya que no salen hasta que no se completen los asientos).
Emprendemos el viaje después de esperar una media hora y admirar la pericia de los captadores que incluso bailan y cantan, sobre todo uno que va muy bien conjuntado con un turbante blanco, chaqueta blanca y negra, pantalones negros y zapatos a juego blancos y negros. Digno de ver.
Llegamos a Narok sobre las 10:30. Sacamos dinero del cajero y hacemos una comprita en un supermercado que estaba algo desabastecido.
Nos sorprende la amabilidad de los habitantes de Narok.
Nos explican dónde coger un taxi para ir al Masai Mara y hablamos con una chica y un chico holandeses que van al mismo camping que nosotros, Mara Explorers. 
Tras la espera de una media hora, nos ponemos en camino. Serge y Emili van en la parte de detrás con las mochilas, Kati va junto a la pareja holandesa. En la parte de delante entra un masai mayor vestido como un auténtico masai. Cuando parece que nos vamos a ir entran dos masais más. Uno de ellos se sienta delante y el otro al lado de Kati que quedará impregnada de un olor auténticamente masai.
Después de unos buenos kilómetros de asfalto, pasamos a una pista infernal. Los masai se bajan en un poblado y nos enteramos de que el masai mayor tenía 95 años y era el padre del taxista.
Llegando al campamento
Poblado masai
Masai de 95 años
El paisaje que nos acompañó era espectacular, incluso antes de llegar vimos cebras y ñus.
Llegamos algo derrotados al Mara Explorers donde nos reciben con mucho cariño y conocemos al que va a ser nuestro conductor (Leonard) que nos enseña todas las instalaciones del camping, que está mucho mejor de lo que nos esperábamos.
Nos acomodamos, tomamos unas Tusker y comemos. Pasamos la tarde en la terraza. 
Serge hace la colada y tiende su ropa en la liña que hay delante de su tienda de campaña.
Emili y Serge dan un paseo mientras Kati descansa y ven las cabañas y un gimnasio “made in” Kenia.
Al atardecer cenamos y hablamos con Leonard para preparar el safari del día siguiente. Nos dice que hay un chico interesado en hacerlo también y nos pregunta si no nos importa compartir el todo terreno con él. Le decimos que “hakuna matata”, que lo dejamos venir con nosotros. Conocemos también a Evans, nuestro simpático guía que habla español de maravilla, y nos cuenta muchas cosas interesantísimas sobre los animales, como, por ejemplo, los cinco pequeños asociados a los cinco grandes (escarabajo con cuerno de rinoceronte, tortuga con su caparazón manchado con el leopardo, hormiga león, búfalo con el pájaro que se posa en su lomo y el elefante con la musaraña con trompa), así como los cinco más feos: hiena, ñu, cigüeña (marabú) con buche sin cuello, jabalí berrugoso (Pumba) y el buitre. A esta lista podríamos añadir el cocodrilo.
Los 5 pequeños
Los 5 feos
Nos vamos a acostar temprano ya que mañana toca madrugar para la ansiada visita al Masai Mara.



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